miércoles, 12 de agosto de 2015

El amor ha muerto. Por: Rodrigo H. Gómez

He dejado de creer en el sentimiento del amor. Y todo gracias al amor.
En concreto al sentimiento tan común en estos días y tan comercializado. Ese impulso toxico de posesión y miedo. El deseo de controlar a las personas y el miedo de dejar de tenerlas bajo control. He trascendido. Quizá parezco demasiado pedante y demasiado engreído al decir esto pero ni yo mismo soy capaz de definir muy bien como me siento. He decidido renunciar a la terminología actual y "normal" de amor, desecharla en cuanto se me presenta y tratar de redefinirla. Llevo años amando y sintiendo diferentes tipos de amor: el materno, el fraterno, la amistad, el amor romántico, el deseo... ninguno es perfecto porque nosotros no somos perfectos. Si la maquina esta estropeada o tiene fallos, fallara en su ejecución. Así, el ser humano, falla a la hora de amar, confunde el termino y lo desvirtúa. Como dije al principio, el amor es concebido como posesión, porque las personas creen que se tienen las unas a las otras, creen que mediante una relación entre ellas se establece un vinculo, un contrato mas bien, que obliga a ambas partes a rendirse a la otra. Y miedo, porque en cuanto ese compromiso flaquea o falla el "amor" nacido de esa relación se tambalea, generando dolor y sufrimiento. En nuestro afán por controlar a las personas hemos llegado a extremos genocidas. Si, digo hemos, porque toda la raza humana es responsable de sus actos, y mas teniendo en cuenta que hay claros ejemplos que no se deben seguir, y aun así seguimos, tercamente, perpetuando. Esa falsa ilusión de control que nos hace frustrarnos cuando no salen los planes como queremos, por haberlos planeado al milímetro y al segundo. El amor no es una linea en un folio, ni una ecuación en la calculadora, el amor no es una receta de cocina, el amor es libre y tiene múltiples formas, aunque nos empeñemos en acotarlo y ponerle nombres. Este afán de control, en el plano del amor, causa desgracias. Por miedo a perder el control sobre la pareja, uno advierte con terminar la relación, y el otro por miedo a esa situación cercena su libertad por voluntad propia, por algo no tan peligroso, quizá, como el control, pero si infinitamente mas asqueroso: la normalidad, o las apariencias en algunos casos. Esa normalidad que nos hace creer que el amor consiste en un chico y una chica atándose cadenas el uno al otro sin dejarse respirar, apretándolas cuando sienten que uno se aleja demasiado del otro o que intenta cojer un poco de aire para respirar. La normalidad no es mas que una consecuencia del miedo, la gente teme ser diferente, teme hacer el ridículo o hacer algo fuera de lo "normal", y por evitar miradas prejuiciosas o comentarios absurdos e hirientes, prefieren condenarse a si mismos ante la opinión publica, y no explorar sus capacidades y cualidades. Sin duda alguna el miedo es el arma mas letal y efectiva, aparte de la mejor conocida por la gente adecuada, que se emplea contra nosotros para tenernos controlados y sumisos. Justo hoy pensaba en mi mejor amiga y en todo lo que ella me hace sentir, todo lo que aprendo de ella y con ella y también pienso en lo mucho que la aprecio. La amistad me parece el grado mas alto de amor, aparte del materno. A mi amiga y a mi nos juzgan por ser chico y chica y tener una confianza que pocos podrían alcanzar con sus parejas sentimentales. No hablo de contacto físico, hablo de respeto y comprensión. Su presencia y recuerdo me llenan porque no me presiona para ser de una manera, si no que tira de mi hacia fuera para sacar lo que de verdad llevo dentro. Esto ultimo quizá ella no lo sabe, pero las mejores personas son capaces de hacerlo sin darse cuenta. Ella no espera de mi ningún compromiso ni pretende retenerme a su lado por miedo a perderme. Los dos comprendemos que somos personas libres y que si en algún momento nos reprimimos el uno al otro, perderemos la amistad que tanto valoramos. La libertad de las personas esta por encima de todo, y esta debe estar franqueada por el respeto y la comprensión. Así se puede llegar a amar de verdad, dejando a las personas ser libres, sin ataduras de ninguna clase. Renuncio definitivamente al "amor" porque la definición actual se ha quedado obsoleta para mi. He roto el cristal y ahora me dispongo a reordenar las piezas. Quizá no quede tan bonito ni tan espectacular como antes, pero lo que surja de ahí sera lo mas puro que haya sentido jamas. Me despido aquí del mundo tal y como lo conozco, parto a una realidad donde seré capaz de combatir al miedo y a la posesión.

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