Esos pozos que me
miran atravesando la noche. Llenos de una luz que me ilumina y si me
descuido me absorbe.
Esos dos grandes espejos en los que me reflejo y
me veo tan pequeño, me hacen sentir el mas grande cuando los
contemplo. Esas dos ventanas, que me muestran al asomarme a ellas el
mas lindo paisaje, se abren para mi, y tu al otro lado, me tiendes la
mano al cielo negro y estrellado. Tu figura se recorta como la niebla
contra la penumbra, y dos brasas que me encienden el corazón, me
hipnotizan y me hacen bailar al son de tu música. El viento revuelve
nuestros cabellos y funde en su soplo nuestros cuerpos. A lo lejos el
rumor del mar se lleva en sus olas nuestros malos recuerdos. Y
bailando en la arena, húmeda y fina, nos persiguen los ecos de
nuestras propias risas, que se ahogan sepultadas por nuestros labios.
Tus ojos, como dos azabaches brillando a la luz de la luna, me miran
y me atraviesan, me desnudan el alma y yo se la entrego toda. Cuanta
belleza en dos puntos de tu rostro, cuantos sueños que por ellos
cumpliría quedan hoy rotos. La luz del alba interrumpe inoportuna.
Si estoy soñando no me despertéis, antes de arrebatarme de los
brazos de la umbra, querría contemplar tus ojos bellos, deleitarme
en su profundidad, recrearme en su reflejo, contemplar el mas bello
paraíso a través de ellos. Antes de caer en el sino de la mañana,
déjame volver a los tiempos en que me amabas y no preguntes si es
bueno fundir los sueños con la realidad, pues la vida es un no parar
que parece un sinsentido, como el soñar, y sentenciando el preso no
volver a confiar, cierra los ojos y a lomos del onírico caballo, se
lanza a cabalgar. Eso son tus ojos, un sueño ¿o tal vez realidad?
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