miércoles, 12 de agosto de 2015

Leyenda sobre el origen del arcoiris. Por: Rodrigo H. Gómez

Cuentan que hace tiempo, mucho tiempo atrás, el Sol peinaba sus cabellos sobre la Tierra.
La mayoría eran dorados y cálidos, pero también tenía mechones de otros colores. Así, en las cercanías del Polo, las diferentes y bellas tonalidades de sus cabellos asombraban a los habitantes de la Tierra, y esto llenaba de orgullo al poderoso astro. Un día, el Sol se percató de que tanto sus cabellos dorados como los otros de colores hacían a los corazones de la gente mucho bien. Y decidió coger un cabello de cada color y los dispuso en el orden y la forma que aún hoy perduran. Cuando hubo terminado, lanzó el Sol aquel hermoso mechón multicolor sobre la cúpula celeste para compartirlo con el mundo, pero resultó que nadie prestaba atención al monótono cielo azul, y su creación pasó desapercibida. Así que, un día, convocó nubes negras de tormenta que descargaron y atronaron un día entero sin cesar, buscando causar suficiente alboroto como para llamar la atención de toda criatura viviente. Una vez que el cielo dejó de caer sobre los habitantes de la Tierra y que las nubes empezaron a ser apartadas por el fulgor del Sol, todos miraron hacia arriba y cuando el cielo se despejó pudieron contemplar el hermoso arco iridiscente que el Sol les regalaba. El grito de júbilo que brotó de los corazones de todos hizo al enorme astro brillar con más fuerza, lleno de orgullo. Y así, habiendo juntado todos los corazones en uno gracias a su obra, tomó un pedazo de cada cabello que formaba el arcoiris y lo convirtió en un símbolo de unidad y amor, bajo el cual se amparaban los defensores del respeto y la igualdad.

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