Las
calles de Madrid olían a pólvora y muerte. Como si alguien, después
de los bombardeos y la metralla, hubiera decidido rociarlas con una
colonia nauseabunda.
Riqui avanzaba con decisión entre los escombros
y los socavones. Le había costado dos días llegar a la plaza de Sol
pero, una vez allí, sus pies marcaban el resto del camino. Después
de mucho caminar llegó a la puerta de un bar. Estaba descolgada y
abierta así
que entró. Cuando se acostumbró a la oscuridad del interior pudo
apreciar claramente las marcas de un incendio. Chasqueó la lengua,
pues eso podía suponerle un problema para encontrar lo que estaba
buscando. De otro vistazo vio unas huellas debajo de sus pies que
salían del local. Había tenido la tonta esperanza de que alguien le
iba a estar esperando, por suerte aun tenía la tonta esperanza de
que quedase alguien vivo. Bordeó las mesa rotas y las sillas
esparcidas por el suelo. Saltó la
barra y empezó a inspeccionar las botellas de los estantes que había
en la pared. Sus dedos recorrían las etiquetas de licores, quemadas
en su mayoría, y mientras movía botellas el tintineo le llevaba
lejos y hacia atrás. Eloise y Adrián no paraban de reir y juntos
los tres se aclaraban las gargantas a base de jarras y copazos.
“combustible, combustible para el cuerpo cansado y las mentes
aburridas” solía llamarlo Eloise, a lo que Adrián siempre
respondía:
- Si recargo mis ideas con este combustible se volverán tan peligrosas
como un cóctel molotov. Las lanzaré, estallarán y a aquel pobre
desafortunado que prendan fuego le será imposible librarse de sus
llamas – a lo que todos contestábamos con una enorme carcajada. El
estrépito de una botella rota sacó a Riqui de sus recuerdos. Había
agarrado mal la botella y esta se había precipitado. En medio del
estropicio de cristales rotos un brillo metálico le hizo inclinarse.
Se trataba de una llave, la llave que estaba buscando. La recogió y
se dirigió con presteza a la puerta del almacén. Esta nunca estuvo
cerrada, por lo que se llevo una sorpresa cuando al intentar abrirla
no se movió ni un ápice. Cogió carrerilla y se estampó contra la
puerta una, dos veces. A la tercera se pudo escuchar un fuerte
crujido proveniente del interior. De un último empujón la puerta
cedió y un fuerte olor acre le golpeó la nariz. Entró en el oscuro
almacén y buscó a tientas la luz. Cuando se hizo la claridad pudo
apreciar la silla rota frente a la puerta, la cual debería haber
estado bloqueándola. Justo en frente había un escritorio y un
hombre sentado en el suelo, junto a el, apoyado en la pared. Riqui se
quedó paralizado un instante. Avanzo cauteloso unos pasos y cuando
llegó junto a aquel hombre comprendió el desagradable olor. Estaba
muerto. Debía de estarlo desde hacía algunos meses, a juzgar por el
aspecto. Al parecer el incendio no había conseguido llegar allí
dentro, ya que ni la habitación ni el cuerpo estaban chamuscados.
Quizá los gases tóxicos del humo hubieran hecho el trabajo,
asfixiando al descompuesto anfitrión. Intentó examinar el cuerpo
pero lo único reconocible era una camiseta ancha de baloncesto que
llevaba puesta. Tenía el numero 23 y el nombre
de Jordan, una camiseta de los Chicago Bulls. Riqui apartó sin
miramientos el cadáver y movió la mesa. Oculta tras ella había una
especie de portezuela la cual, a su vez, ocultaba una caja fuerte.
Sacó un papel de un bolsillo de su pantalón y empezó a girar la
ruede cita negra que desbloqueaba la caja acorde a las instrucciónes
de este. Por último introdujo la llave y se escuchó un “chac”.
La pequeña puerta metálica se abrió sin oponer resistencia. El
interior estaba vacío en apariencia pero, después de introducir
Riqui la mano, sacó una fotografía que retrataba a tres personas.
Desde la izquierda eran dos hombres y una mujer, aunque al hombre de
la izquierda le habían borrado el rostro con la quemadura de un
cigarrillo. Esbozo una sonrisa al verla y le dio la vuelta. En el
dorso encontró unas coordenadas, las cuales le llevarían al
escondite de sus viejos amigos.
-
Por fin – masculló Riqui – ya os he encontrado. Salió del local
como una exhalación y una vez fuera un grupo de treinta hombres y
mujeres, armados y uniformados, le cortaron el paso.
-
¿qué pasa chicos? - saludó alegremente Riqui - ¿cómo va eso?
Uno
de los soldados avanzó unos pasos con gesto serio y el arma en
ristre. Se miraron durante unos instantes y entonces el soldado
exclamó:
-
¡no debería salir corriendo así en territorio enemigo mi sargento! ¡no sabemos qué trampas puede haber aquí!
- descanse cabo – contestó despreocupado el sargento Riqui – no me ha pasado nada, ademas, he encontrado lo que llevamos semanas buscando – añadió sacando la fotografía y agitándola en el aire. El pelotón empezó a murmurar pero el cabo mandó guardar silencio. Después de unos instantes de expectante silencio el sargento volvió a hablar.
- muy bien – comenzó – el cabo está en lo cierto, este territorio es inexplorado. Quiero que hagáis una batida de este sector antes de volver al campamento – se giró hacia el cabo y añadió – usted vendrá conmigo y me ayudará a descifrar las indicaciones aquí recogidas – le tendió la fotografía y el cabo alargó la mano para cogerla, pero debió alargarla de mas, pues acarició de forma sutil la mano del sargento.
- ¡muy bien pelotón! – exclamó el cabo – ya habéis oído ¡rompan filas! - como un enjambre, los soldados fueron dispersándose por las calles contiguas, dejando a solas al oficial y su segundo. El sargento dio un vistazo circular para cerciorarse de que no había nadie y se acercó al cabo hasta dejar sus caras a escasos centímetros. Se miraron profundamente y sus respiraciones se acompasaron. El cabo hizo ademán de inclinarse hacia delante pero unos disparos a lo lejos les devolvieron a la realidad.
- ¿que es eso? - pregunto el soldado intentando recomponerse.
- son ellos – contestó Riqui – nos han encontrado primero.
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ResponderEliminarNo me canso de leerla. Me encanta la fluidez que tiene y la creatividad que le pones a cada cosa que escribes. Ya te lo dije, el detalle del flashback, para nada forzado, y por supuestísimo la historia de amor homosexual. Liriririririrriri m encanta
ResponderEliminarMuchas gracias Kamiiii. tengo que escribir mas para tener a mi público contento
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