El verano, que ya es hoy, nos calienta el corazón, y hace que la juventud y la pasión por la belleza que anida en nuestro interior pugne por salir, salir a comerse el mundo y a vivirlo con toda la fuerza de nuestra sangre. La brisa, que lleva lejos de nuestros cuerpos las mentes que deberían habitarlos, nos arrastra hacia el oeste. Yo me dejo alumbrar por la luz que se adivina en sus palabras, y el se deja embargar por la luz que le traen los recuerdos, que siente muy cercanos, y solo queremos seguir el camino que recorre el sol para llegar a la ciudad que nos espera desde hace tanto tiempo, sin ni siquiera saberlo nosotros.
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